“Transformando Vidas Tras las Rejas: La Crucial Labor Educativa en Centros Penitenciarios”

Por: Lic. Meysi Caamal Rodríguez

Hace seis años que presto mis servicios educativos en este sistema. Soy licenciada en pedagogía y he tomado cursos en diversas especialidades, como las Reglas de Nelson Mandela y los Derechos Humanos. Sin embargo, quiero compartir mi experiencia en la educación dentro de los centros penitenciarios.

Comencé hace seis años en un centro de reinserción social para adolescentes. No tenía experiencia en enseñar a personas privadas de la libertad ni a adolescentes. Antes, era maestra de cuarto grado en una escuela particular.

Mi vida dio un giro de 180 grados al ingresar a este sistema, que requiere mucha disciplina, autoridad y, sobre todo, respeto a las reglas del centro de reinserción. Al principio, tuve miedo. Había escuchado hablar de cada uno de los adolescentes y los motivos por los que estaban en esa institución. Sin embargo, con el tiempo aprendí que la educación en el sistema penitenciario es un factor olvidado, y es crucial promover apoyos para que las personas privadas de la libertad puedan seguir formándose.

Hablo desde mi experiencia en este tiempo. La educación no es tan diferente de la sociedad que vive día a día en nuestro planeta. En este sistema, solo se ofrece educación básica (primaria, secundaria y media superior) a las personas privadas de la libertad, y solo a través de escuelas gubernamentales. Como maestros, pedagogos y trabajadores de este sistema, debemos garantizar el derecho a la educación y brindarles las herramientas para seguir formándose.

Sabemos que los adolescentes que están en conflicto con la ley han cometido actos delictivos. Sin embargo, parte del objetivo de este sistema es lograr su reinserción y evitar que reincidan. No se trata solo de educarlos, sino de ayudarlos a tener nuevas oportunidades, transformar su pensamiento y construir nuevas metas y sueños, incluso mientras cumplen su sentencia en el centro.

La educación en el sistema penitenciario es tan importante como la educación que reciben nuestros hijos, amigos y primos, y es fundamental para la sociedad en su conjunto. Muchos de los adolescentes o personas privadas de la libertad son analfabetas, lo que limita sus oportunidades en un mundo donde la falta de educación se traduce en falta de oportunidades laborales. Si no les brindamos este derecho, tampoco tendrán oportunidades de sobrevivir en una sociedad que suele discriminar a los ex presidiarios.

Es vital reconocer y apoyar la labor educativa en los centros penitenciarios, pues esta no solo impacta en la vida de los individuos privados de la libertad, sino que también contribuye a construir una sociedad más justa y equitativa.

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